¡Ay! No sé cómo empezar ésta
carta, estoy a punto de no empezarla y empezar por otro lado, pero ya que estoy,
pues adelante, empiezo. Y es que esto me pasa por la vergüenza que me da decir
lo que quiero decir. Quiero escribir esta carta de amor para que sepas lo que
te quiero… ¡Ahhggg! ¡Ya lo he dicho! Me ruborizo, me retuerzo, me recomo las
uñas otra vez, ya asoma el hueso, jiji y no lo noto, jojo…
Desde que te vi aparecer por el
pasillo del hospital con ese garbo tan tuyo, con esa expresión de dónde está el
aseo, con esa mirada colgada de un esparadrapo… ¡Ay! A partir de aquél día mi
vida se convirtió en otra vida, quiero decir que muté, que cuando aparecías ya
no me pasaba la saliva por la garganta, que hablaba en lenguas, que el oído me
supuraba spaguetti a la carbonara
cuando oía hablar de ti…
Pero el día más grande llegó
cuando estrechamos narices… ¡Ay! Fue amor al primer moco, con esa nariz tuya,
tan roja, pegada a la mía, tan roja también… ¡Ay!
Y ahora no sé qué más hacer por
ti. Ya sabes que te presto todo lo que llevo en mi maleta, menos la gominola,
que ya está chupada. Cuando leas esta carta ya estaré con los zapatones en la
lámpara, soñando con tu sombrero. Y si por casualidad quieres intercambiar algo
solo tienes que silbar.
Bueno, ya lo sabes, declaro mi
amor infinito for you… ¡Ay!
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