miércoles, 14 de enero de 2015

VIAJE AL INTERIOR DE UN CUENTO

De un salto nos hemos plantado en el mismísimo corazón del bosque de las brujas, ¿o era el de los enanitos? Da igual, llevamos la capa de la sonrisibilidad, la nariz de payaso, jeje, nadie nos verá. 


Después de unas cuantas vueltas de tuerca, digo de caminos, o pasillos, ¡qué lío!, nos enfrentamos a la primera prueba. Alguien con mala pinta se dirige a nosotros con una espada puntiaguda y con dios sabe qué intenciones; su vestimenta verde para camuflarse entre la maleza no nos va a engañar. Nos preparamos por si acaso nos ve, que a veces falla nuestra capa. Abro el macuto de lo inverosímil y saco una varita mágica que se la entrego a uno de mis compañeros. No escapará, antes de que se de cuenta estará convertido en rana, sea quien sea ese monstruo infame. Y si no funciona a la primera, pues a la segunda, usaremos el spray pulverizador de hechizos malignos fabricado con chistes. Nos hemos escapado por los pelos, nos ha dicho que vayamos al peluquero antes de salir del bosque. ¡Iremos el año que viene! Seguimos con nuestra misión de salvar a la ninfa atrapada entre los helechos del río Sinamor. Ahora cruzamos una apestosa ciénaga de algodón, alcohol y betadine… ¡puaggg! Pero no hay quien pueda con nuestra poción mágica para desfacer entuertos, está hecha a base de besos y caricias en estado abrumador.

En un oscuro y remoto rincón del bosque vemos a la ninfa. Hay que salvarla inmediatamente, antes de que se apodere de ella el temible Maligno que siempre acecha. Lanzamos nuestra red de posibilidades y ella se agarra a una con la fuerza de todas las ninfas del universo. ¡Qué valiente es! Rápido, volvamos a nuestro escondite en el interior de un cuento de hadas, allí no nos encontrarán. ¡Otra victoria más! Y no será la última. Je, je, je…

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